Así es como el fentanilo se podría convertir en un problema de salud pública en México

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Redacción

El catálogo de drogas en todo el mundo se ha incrementado y México no es la excepción, en el país de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) se produce y trafica la mayoría del fentanilo, metanfetamina y cocaína que llega a Estados Unidos (según datos de la DEA); sin embargo, mucha de esa droga se queda en suelo mexicano para satisfacer la demanda local, lo que podría derivar en un problema de salud pública como el que enfrentan varias ciudades estadounidenses.

Aunque no se tienen reportes elevados como los observados en Kensington, Filadelfia, al que ya se le llama “el barrio zombie”, información recopilada por los Centros de Integración Juvenil (CIJ) dan cuenta de un incremento anual respecto al número de demandas de atención por el consumo de fentanilo.

En los últimos 10 años los casos de solicitudes de ayuda por consumo de fentanilo -no el número real de consumidores en México- pasó de 5 a 430, de acuerdo con información de los CIJ.

Los casos se mantuvieron bajos hasta el año 2018, cuando inició el boom del fentanilo y las solicitudes de ayuda comenzaron a crecer; sin embargo, fue entre 2020 y 2021 cuando el crecimiento fue más notable y los consumidores comenzaron a contarse por cientos.

De acuerdo con un mapa de atención por fentanilo en cada entidad federativa, durante 20023 la mayoría de los casos se concentraron en Baja California (145) y sonora (129), coincidiendo con los reportes de la DEA que ubican ambas fronteras como los epicentros del trasiego del poderoso opioide.

Otros estados como Sinaloa (18) -cuna del fentanilo en México, pues según la DEA fueron Los Chapitos y en especial Ovidio Guzmán quien comenzó a traficarlo- y Chihuahua (14) también han comenzado a incrementar el número de personas adictas a la llamada “droga zombie”.

La crisis del fentanilo se expande por México
En las últimas horas la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC CDMX) reportó la detención de una mujer con 46 bolsitas llenas de fentanilo; la presunta narcomenudista fue detenida y puesta a disposición de las autoridades.

A pesar de que el Gobierno de la CDMX ha negado que se consuma fentanilo en la capital del país, hay al menos tres antecedentes que demuestran lo contrario: el primero fue el de la mujer detenida en la alcaldía Tláhuac este 15 de mayo; el segundo la detención en 2021 de una narcomenudista ligada a La Unión Tepito a quien le decomisaron 800 píldoras del opioide; la tercera, un estudio realizado por una farmacéutica a las drogas (MDMA, cocaína, metanfetamina, entre otras) que los capitalinos compraron en un festival de música electrónica, de las cuales el 50 por ciento dieron positivo a fentanilo.

La venta al menudeo de fentanilo en la CDMX demuestra que existe un mercado al que se debe satisfacer. Lo que hasta hace unos años se creía que era un problema focalizado en los estados fronterizos, ahora pretende ganar terreno en otras ciudades más grandes, con más consumidores.

El Instituto para la Atención y Prevención de las Adicciones reconoció que en la CDMX se consume principalmente marihuana y cocaína; en su reporte de 2023 los CIJ sólo contabilizaron cuatro solicitudes de ayuda por fentanilo en la capital, cuatro en Jalisco, cuatro en Guanajuato y dos en Nuevo León.

En 2023 el número de muertos por fentanilo en Estados Unidos superó las 59 mil víctimas y aunque México está lejos de dicha cifra, el aumento de casos recuerda lo que ocurrió con la llegada de la cocaína al país para luego ser enviada al mayor consumidor de drogas del mundo.

Las estructuras de los cárteles del narcotráfico operaban con compradores de cocaína en Sudamérica y que la enviaban a México; con personal armado que cuidaba los cargamentos a su llegada al país y en su traslado a las bodegas y puntos estratégicos; y con los grandes capos que pactaban con gobernantes y se encargaban de trasegar la droga a Estados Unidos; pero apareció un cuarto poder: los narcomenudistas, quienes aprovecharon el mercado local y se apoderaron de pequeñas plazas, con sus propios precios, sus reglas y sus alianzas.

Con el tiempo, los narcomenudistas no solo llenaron de drogas las calles, también de violencia para defender sus territorios y cobrar a los deudores; al paso de los años fueron adquiriendo poder y dinero que les permitió convertirse en células locales que incursionaron en otros delitos, según reveló un sicario al periodista Juan Carlos Reyna.